El masaje del Lingam es una parte más de la técnica Tantra. Su finalidad es relajar y hacer descubrir al hombre un placer nunca antes experimentado. Es una forma de placer diferente, donde se abandona la idea de sexo rápido y salvaje y se pasa a disfrutar de este relajadamente.
El Tantra y el Lingam
El Tantra es una técnica milenaria proveniente de la India. Esta filosofa ve el sexo como un acto espiritual, donde dos personas se fusionan para alcanzar la plenitud.
El Lingam es el nombre que esta corriente otorga al miembro viril. Se masajea con el propósito de despertar el deseo y crear situaciones intensas para alcanzar, no tanto el orgasmo, sino la felicidad y la satisfacción general.
Antes de empezar, crear el ambiente
Lo ideal antes de empezar es crear una atmósfera propicia, un espacio de relax y comodidad. Una sala acogedora, luz tenue, música relajante, un dulce aroma, aceite caliente, buena compañía…
No hay nada más relajante que un buen baño caliente. Para obtener mejores resultados, es recomendable darse una buena ducha caliente antes de empezar. En el agua, hombre y mujer deben abrazarse y acariciarse, reforzando y endulzando el vínculo.
Tantra y Lingam: la técnica
El masaje comienza con el hombre totalmente estirado boca arriba, con las piernas ligeramente abiertas. Con una almohada o más sosteniendo su cabeza, para poder disfrutar de la visión del masaje que va recibir. Aunque en un principio ocultaremos esta zona con una pequeña toalla.
A continuación, la masajista debe frotar sus manos con un buen aceite natural. El masaje empezara por los pies y subirá hasta los muslos. A continuación, como un preludio de lo que se avecina, se pasará a acariciar el pecho y se bajará suavemente al abdomen poco a poco hasta que se llega al periné.
Llegamos al momento cúspide, el masaje del Lingam. Aquí retiraremos la toalla, comenzaremos poniendo una gota de lubricante en la punta del pene y otra en los testículos. Primero acariciaremos con mucha suavidad los testículos y luego pasaremos al escroto, lo masajearemos con suavidad y dándole pequeños toques.
Masajeamos ahora el Lingam, con una mano apretando su base y con la otra haciendo un movimiento rotatorio, de abajo a arriba, suavemente. Primero una mano, después la otra. Después, este masaje cambiará de dirección, yendo de arriba hacia abajo. Iremos variando tanto presión como velocidad, sin prisa, tomándonos nuestro tiempo.
El siguiente movimiento consiste en abrazar la cabeza del pene con una mano, como si fuera una naranja. Realizando también movimientos circulares, como si quisiéramos exprimirla. De arriba a abajo, con suavidad.
Otros movimiento que podemos realizar es agarrar el pene con las dos manos y mientras subimos y bajamos rotamos cada mano en un sentido diferente. Pausadamente, como una caricia.
Lo más interesante y excitante es acariciar la zona del escroto o «el punto sagrado», ejerciendo ligeras presiones. Aunque muchos hombre se muestran reacios ante la idea.
El final, descorchando el champán
Si se consigue retener el orgasmo por seis veces o más este resultará más placentero. Ya que el control de la eyaculación aumenta las sensaciones que ofrece. Oficialmente este no es el propósito del masaje tántrico, pero seamos honestos, el hombre cuando recibe uno de estos masajes quiere experimentarlo en todo su esplendor.
Si llega de seguida, dejaremos descansar el Lingam un minuto, ya que después queda muy sensible, y luego seguiremos con el masaje. Si llega en el momento justo, podemos ofrecerle nuestro caluroso abrazo o bien dejarlo a sola para que se relaje y disfrute de su momento de calma.